Después de un periodo de estrés
importante en que me sentía furiosa, triste y malhumorada sin un motivo
aparente – tenía la impresión de hacer las cosas por obligación y no por amor –,
empecé a dibujar el mandala de los cinco elementos. Dibujé con una pasión increíble, imprimiendo en cada
línea y cada color todas las emociones contenidas y, al terminarlo, mis nervios
estaban en calma y tenía una sensación de libertad.
Tras analizar mis emociones
negativas convertidas en tranquilidad y amor, empecé a pensar en lo terapéutico
que había sido para mi sique y continué haciendo mandalas y, poco a poco, me vi inmersa en un proceso de
recuperación metal. En el primer dibujo, todo era emoción y espontaneidad, la
liberación del inconsciente y el peso de mis ideas y sentimientos, mientras que
en los siguientes fui tomando el control
y diseñando la composición del dibujo.
No es una fórmula universal,
simplemente una actividad que ayuda a aquietar la mente y cuando la mente está
en calma, podemos pensar. Otras personas consiguen lo mismo tejiendo o
construyendo maquetas. Pero a mí me sirve.
En el siguiente ‘post’ os
enseñaré el primer paso para dibujar y colorear vuestro primer mandala para el
alma.
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